La gama de situaciones y contextos donde se puede facilitar el humor es muy extensa y variada. Durante el día tenemos múltiples ocasiones de practicar el humor y experimentarlo: medios de comunicación orales, escritos, sermones, conferencias, mítines. Pero ante todo, en cualquier interacción social puede estar presente el humor. Se puede y se debe variar la intensidad del humor en función del momento y la circunstancia diaria, pero siempre valoramos a aquellas personas especialmente hábiles para conducir la interacción al terreno de lo humorístico.
El humor que se produce en nuestras interacciones sociales cotidianas puede dividirse en tres amplias categorías:
- Chistes. Son anécdotas humorísticas breves y previamente empaquetadas para ser relatadas, memorizadas y transmitidas.
- Humor coloquial espontáneo. Se crea intencionadamente en el transcurso de la interacción social entre varios individuos. Puede ser verbal o gestual.
- Humor accidental no intencionado.
Los chistes.
El chiste es una unidad de humor libre de contexto y autocontenido, que porta en sí misma todo la información necesaria para ser comprendida y disfrutada. Los acertijos son una subserie dentro del paquete de los chistes.
Los chistes crean en el oyente unas expectativas acerca de cómo debería interpretarse la situación. De repente el final varía el significado de una forma lúdica e inesperada, creándose así la incongruencia graciosa, necesaria para que se de el humor.
La mayoría de los chistes llevan una alta carga de agresividad que conecta con teorías freudianas catárticas y de psicología social, pues proyectamos y liberamos nuestras atribuciones erróneas.
El humor coloquial espontáneo.
Durante un día cualquiera sólo el 11% de la risa surge de los chistes, mientras que un 72% emana de las conversaciones sociales espontáneas. El humor conversacional espontáneo adopta muchas formas y existen diversas palabras para definirlo: guasa, cachondeo, chanza, broma o chascarrillo.
Categorías humorísticas espontáneas según NorriK.
- Anécdotas, relativas a historias divertidas pertenecientes a uno mismo o a su contexto.
- Juegos de palabras: golpes, salidas graciosas, cuchufletas
- Ironía: El significado literal es distinto del pretendido.
Graesser desarrolló una clasificación más amplia, y bajo la categoría principal de ingenio señaló 11 posibilidades lingüísticas de humor:
- La ironía, donde la literalidad es opuesta a lo pretendido.
- Sátira, humor agresivo y malvado hacia instituciones o líderes
- Sarcasmo, es idéntico al anterior pero apunta a un individuo
- Exageración y subestimación. Distorsión y burla de algo pronunciado por otro y ridiculizado
- Autodesaprobación. Comentarios dirigidos hacia uno mismo con objeto de humor, es un indicador de modestia.
- Tomar el pelo. Comentarios humorísticos sobre la apariencia del otro, sin intención de ofender.
- Contestaciones a preguntas retóricas. Son respuestas tan evidentes que son susceptibles de chanza
- Respuestas ingeniosas a declaraciones serias. Muy frecuente en tertulias de medios de comunicación
- Segundas intenciones. Se malinterpreta una situación con un propósito deliberado de conducir al terreno humorístico, generalmente de contenido sexual.
- Transformación de expresiones típicas. Si buscas una aguja….
- Doble sentido. Uso de una palabra homófona que se utiliza sustituyendo a la original y seria del discurso para conducir a la estridencia y la incongruencia.
El humor no intencionado.
Se refiere al humor accidental, que a su vez se divide en físico y lingüístico. El físico incluye caídas y contratiempos no dolorosos o serios para la víctima, pero que producen por la sorpresa hilaridad en el observador. El humor lingüístico accidental surge del deletreo erróneo o de lapsus linguae en discursos o conferencias, o medios de comunicación. En inglés se denomina "Spoonerism", tomando nombre de un clérigo inglés
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