sábado, 30 de abril de 2011

Esquema de la Tartamudez o Disfemia

Nuestro programa de radio Contamos Contigo, en su emisión del sábado 30 de abril de 2011, ha estado dedicado a analizar la tartamudez, o disfemia. Aunque se trata de un trastorno conocido y documentado desde la antigüedad, es recientemente cuando ha recibido una mayor atención de nuestra sociedad, a raíz de la película “El Retorno del Rey”.

Para quienes deseen conocer lo esencial de este trastorno, de forma breve y concisa, hemos preparado este esquema de la tartamudez o disfemia en 10 puntos.

1.- Definición y síntomas

La disfemia o tartamudez es un trastorno de la comunicación (en concreto, del habla), no del lenguaje. Es un trastorno que provoca intenso miedo y estrés. Sus síntomas son:

  • Interrupciones involuntarias del habla
  • Repetición de sonidos y sílabas
  • Prolongaciones de sonidos
  • Bloqueos y pausas tensas
  • Palabras fragmentadas e interjecciones (disfluencias).

2.- Manifestación orgánica.

Tensión muscular en los labios, mandíbula y cuello, temblor en labios, mandíbula y lengua en los intentos de la comunicación, giros de los ojos hacia los lados, taconeo y giros de la cabeza.


3.- Tipos de disfemia.

  • Tónica: Interrupciones por espasmos. Durante las interrupciones el paciente muestra rigidez y tensión faciales. Es la de peor diagnóstico.
  • Clónica: Repeticiones de sílabas y palabras enteras, más frecuentes en consonante que en vocal y en oclusivas. Se suelen dar al principio de la palabra.
  • Tónico-clónico mixta: Es el más frecuente, es raro encontrar un tónico o clónico mixto.

4.- Apuntes históricos sobre la disfemia.

Aristóteles señalaba como responsable al órgano lingual. Esta idea se mantuvo hasta el s. XIX, durante el que los cirujanos intentaban corregirla con prótesis y ensanchamiento de vías respiratorias: vegetaciones o amígdalas. Freud asoció la tartamudez a crisis nerviosas en las que pujaban por salir al exterior los deseos reprimidos.


5.- Causas.

No existe un criterio médico o científico común, pero sí se ha convenido que la disfemia es una combinación en intensidad de:

  • Factores constitucionales (vegetaciones, facies adenoidea)
  • Factores ambientales (familias restrictivas)
  • Predisposición genética, neurología (impulsivos o autistas)
  • Factores psicológicos (introversión, fobias, ansiedad)
  • Factores sociales (liderazgo, presión social).

6.- Prevalencia y factores de riesgo de la disfemia.

Alrededor del 5% de los niños entre 2 y 5 años padecen disfluencias, aunque el 80% remiten de modo espontáneo coincidiendo con su maduración. Los principales factores de riesgo identificados: ser varón, historial familiar de tartamudez, coexistencia de retraso en la articulación y desarrollo del lenguaje, y persistencia del problema durante al menos 18 meses o más.


7.- Signos de alarma.

  • Repeticiones de parte de palabras, palabras  y frases en número y frecuencia.
  • Cambios de intensidad y frecuencia de la voz.
  • Pausas, interjecciones y muletillas, en número mayor de lo habitual.
  • Incomodidad al hablar.
  • Esfuerzo al hablar.
  • Prolongaciones de palabras.
  • Tensión corporal visible y audible.
  • Dificultad al empezar a hablar y mantener el patrón respiratorio.
  • Cambio de palabra por temor al bloqueo.
  • Evitar hablar o contestar con monosílabos.
  • Poca participación pública en conversaciones.

8.- Tartamudez y familia.

Hay varios factores familiares que influyen en la posibilidad de que los hijos desarrollen disfemia:

  • Estilo de habla de los padres: Velocidad del habla, ritmo de conversación, frecuencia y tipo de preguntas, extensión y complejidad de las frases.
  • Patrones de interacción familiar: Modo de tomar el turno de palabra, tiempo cedido al hablar, inicios y cambio de tema, demandas de actuación verbal.
  • Relaciones de los familiares ante la tartamudez: Comentarios negativos, instrucciones para que hable de otra manera, sentimientos negativos.
  • Estilo de vida familiar: Estructurada vs desestructurada, altas o bajas expectativas, estable vs inestable, disciplina clara vs confusa.

9.- Evaluación de la tartamudez.

  • Se realiza mediante la observación y el registro de datos del paciente.
  • Comienza con una anamnesis (recoger el historial de todos los datos médicos, familiares, sociales y académicos del paciente).
  • Seguidamente, se realizará la observación en consulta del habla espontánea, y su comparación con el patrón de habla normal.
  • Instrumentos más frecuentes: test de lectoescritura, cámaras grabadoras de voz y de imagen, contadores, cronómetros, neumopolígrafos (toma de aire).
  • Especialmente relevantes los antecedentes familiares, retraso en la aparición del lenguaje, lateralización, trastornos de la articulación, etc.

10.- Consejos prácticos para la intervención en casa.

  • La tartamudez no afecta a la capacidad intelectual del individuo.
  • El niño no debe evitar el tartamudeo.
  • Si se evita la disfluencia el problema se desviará a la autoestima.
  • No debe animarse al niño a que haga conductas estrafalarias para hablar.
  • Es preciso permitirle todo el tiempo necesario para que hable.
  • Es preciso que el adulto descubra su propia ansiedad ante el disfémico.
  • Debe valorarse más el contenido que la forma.
  • No deben realizarse correcciones sobre el lenguaje.
  • No es conveniente interrumpir o completar sus frases.
  • No se debe emitir juicio o crítica.
  • Se le debe estimular a que participe en lo más posible en conversaciones públicas, pero nunca se le forzará a actuaciones en público.

domingo, 24 de abril de 2011

TDAH - Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

“TDAH” o "ADHD" no son sólo unas siglas que hacen referencia a un lejano tema médico o psicológico. Para no pocos niños y adultos, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es la causa de que su vida cotidiana se vea envuelta en una espiral de frustración, problemas escolares o laborales, dificultades en su relación social y afectiva con los demás, incomprensión familiar, y en última instancia, sufrimiento y miedo.

El TDAH (ADHD en inglés) es un trastorno complejo, que debe ser tratado para evitar perjuicios permanentes para la persona (sobre todo para el niño). Por suerte, hoy en día se puede diagnosticar con precisión, se pueden controlar sus efectos, y se puede lograr que los individuos afectados lleven una vida satisfactoria, integrada y productiva.

Qué es el TDAH

El “Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad” es el nombre que recibe actualmente un trastorno que afecta a niños y adultos, y que se caracteriza porque estas personas tienen varias capacidades desarrolladas a un nivel inferior al normal. Entre otras:

·         Su capacidad de mantener la atención.
·         Su resistencia a las distracciones.
·         La capacidad de inhibir (dominar) sus comportamientos.
·         La autorregulación de su nivel de actividad según lo requiera una situación.

Este desorden ha tenido varios nombres en las últimas décadas: síndrome hipercinético infantil, reacción hipercinética de la infancia, disfunción cerebral mínima, y trastorno de déficit de atención (con o sin hiperactividad)

A quién afecta el TDAH

En la actualidad se dispone de datos estadísticos abundantes y fiables sobre el TDAH a nivel mundial. En base a estos datos, hoy sabemos que:

  • El TDAH afecta al 3% - 7% de la población infantil, y al 2% - 5% de la población adulta.
  • Afecta al triple de niños que de niñas (ratio de 3 a 1). Entre los adultos, afecta a 2 varones por cada hembra (ratio de 2 a 1).
  • Es un trastorno que afecta a todas las razas por igual, y ocurre a lo largo de toda la geografía mundial.
  • Es muy probable encontrar el trastorno en familias donde algún miembro ya lo padezca. También es algo más probable que aparezca en ambientes familiares asociados a problemas de conducta o delincuencia.
  • Finalmente, el trastorno ocurre con más frecuencia en casos de muy bajo peso al nacer, parto prematuro, o daños significativos en las regiones frontales del cerebro.

Origen y causas del TDAH

Hoy en día está claro que la herencia genética es el principal factor que determina la aparición del TDAH en un ser humano, siendo responsable del 80% de la probabilidad de que se registre este trastorno. De hecho, ya se han identificado varios genes que contribuyen al TDAH, y posiblemente se identificarán más, pues como decíamos antes, se trata de un trastorno complejo que no es atribuible a un solo gen. Es una influencia hereditaria fuerte, comparable en intensidad y porcentaje a la que ejercen los genes que controlan la altura (en términos deliberadamente simples, la probabilidad de que un individuo tenga cierta altura depende en un 80% de su herencia genética).

El 20% restante parece corresponder  a factores como dificultades durante el embarazo, exposición al tabaco y al alcohol durante la etapa prenatal, parto prematuro y muy bajo peso al nacer, y daño post-natal en las regiones prefrontales del cerebro.

A nivel biológico, el TDAH se manifiesta como una leve pero contrastable diferencia en las funciones cerebrales normales. Es decir, se trata de una sutil disfunción cerebral, que se considera originada por un desequilibrio o desajuste en los niveles de neurotransmisores cerebrales, principalmente de noradrenalina y dopamina. Este desequilibrio se localiza principalmente en las áreas cerebrales responsables de la autorregulación y autocontrol del comportamiento (los lóbulos prefrontales y sus conexiones profundas, que son los ganglios basales)

Estas disfunciones cerebrales se comprueban y diagnostican en la actualidad de manera inequívoca, mediante pruebas médicas objetivas como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET en inglés) y la Imagen por Resonancia Magnética, tanto funcional como volumétrica.

Características principales del TDAH

Las características predominantes de este trastorno son:

  • Capacidades reducidas para inhibir o controlar las respuestas, para controlar los impulsos, o para  retrasar la obtención de una gratificación o refuerzo. Esto se manifiesta en la incapacidad de la persona con TDAH para pensar antes de actuar, para esperar su turno en juegos, para resistir distracciones cuando deben concentrarse, o para trabajar en pro de metas de largo plazo y mayor importancia en lugar de centrarse en metas de menor enjundia y más inmediatas.
  • Actividad excesiva e irrelevante para las tareas que se abordan, o actividad poco adaptada a los requerimientos de una situación. Algunos niños y jóvenes con este trastorno (no todos) pueden exhibir actividad o movimiento exagerados (correr, saltar, etc.).
  • Escasa atención sostenida o perseverancia en los esfuerzos y tareas. A menudo esto se manifiesta cuando al individuo se le asignan tareas aburridas o tediosas, o actividades repetitivas que no tengan atractivo especial para éste.

Respecto a estos síntomas principales, cabe realizar dos observaciones adicionales. En primer lugar, señalar que las características principales suelen manifestarse relativamente pronto; en media, los síntomas aparecen entre los 3 y 6 años de edad, y casi todos los niños con TDAH los muestran antes de los 12 años. Por otra parte, estos síntomas cambiarán muy probablemente en función de la naturaleza de las diversas situaciones en que se encuentren los afectados por el trastorno.

Características adicionales del TDAH

Además de las tres características principales antes citadas, las personas con TDAH pueden registrar dificultades simultáneamente en otras áreas psicológicas funcionales:

  • Recordar cosas que deben hacer, o “Working Memory”. Esta se refiere a la capacidad de retener en su mente información que usarán para guiar sus acciones, bien en el momento actual o en el futuro cercano.
  • Retraso en el desarrollo de su “lenguaje interno”, la voz personal dentro de la mente de cada uno, que utilizamos para conversar con nosotros mismos. Esta voz personal es esencial para el desarrollo normal de la autorregulación y reflexión.
  • Dificultades con la regulación de sus emociones y su motivación. A menudo, los niños y adultos con TDAH no pueden frenar sus reacciones emocionales ante ciertos eventos, como lo harían normalmente otros sujetos de su edad.
  • Capacidad reducida para resolver problemas, y menor flexibilidad para perseguir metas de largo plazo. Por ejemplo, les cuesta mucho buscar nuevas opciones para resolver sobre la marcha un problema que surja mientras intentan conseguir una meta.
  • Nivel de rendimiento muy variable en sus tareas escolares o en su desempeño laboral.

Consecuencias del TDAH

El TDAH no es un trastorno benigno si se deja “a su libre evolución”. Si este trastorno no se diagnostica y no se trata, puede tener consecuencias significativas para las personas afectadas (sobre todo para los niños).

La primera consecuencia para un niño con TDAH es la muy probable inadaptación al sistema educativo, su fracaso en éste y finalmente su “centrifugación” fuera del mismo. En bastantes casos, el sistema escolar sigue pautas simplistas como “si el niño tiene X años de edad, debe estar en el curso tal o cuál, y los contenidos que debe asimilar son éstos”, en lugar de asignarle curso y contenidos en función de su capacidad madurativa real. Los niños afectados por TDAH tienen un nivel madurativo neurológico que no se corresponde con su edad  cronológica (no es que no puedan alcanzar la madurez neurológica, sino que lo harán a un ritmo diferente que los demás, y además necesitarán ayuda para no quedarse en el camino).

Si se produce la anterior, muy posiblemente llegarán la pérdida de autoestima y  la dificultad de inserción y precariedad en el mercado laboral. Finalmente, aparecerán los problemas de relación social y afectiva, y las dificultades para desarrollar una vida personal y familiar positiva y satisfactoria, se harán más probables.

Conclusiones

En próximos artículos continuaremos desarrollando diversos aspectos del TDAH: diagnóstico, intervención, entorno familiar y escolar, etc. Mientras tanto, recordemos lo esencial:

El niño o el adulto con TDAH son víctimas de un trastorno
que no han elegido padecer.
Hoy en día podemos y debemos ayudarles
a superar sus dificultades y a alcanzar una vida plena.

jueves, 21 de abril de 2011

Los Siete Pecados de la Memoria

Los siete pecados de la memoria
La memoria desempeña un papel trascendente y omnipresente en nuestra vida diaria. Es la función que nos permite tomar conciencia y consciencia de nuestra biografía, anclada en el presente, pero con huella del pasado y proyección al futuro.

Los fallos de la memoria son tan frecuentes como importantes: desde despistes a verdaderas lagunas que borran episodios centrales de nuestra existencia.

Los defectos en el funcionamiento de la memoria se dividen en siete “pecados” o transgresiones básicas, que son los siguientes: 

Transcurso, distractibilidad, bloqueo, atribución errónea,
sugestibilidad, propensión y persistencia.


El pecado de transcurso.

Es el olvido que se producen con el paso del tiempo; por ejemplo, no recordar el nombre de una cara conocida. Es el desvanecimiento de la memoria por el paso del tiempo y el no refresco del contenido (repetición). Este pecado, de modo frecuente e intenso, es un excelente indicador de la terrible enfermedad del Alzheimer. La zona cerebral responsable de esta función de evocación espontánea es el hipocampo, donde residen los datos y recuerdos de la MLP (Memoria de Largo Plazo).

El pecado de distractibilidad.

Es el fallo o “lapsus” de la memoria producido por una incorrecta codificación. La causalidad es por dedicar escaso tiempo al procesamiento, o bien porque en el momento de procesar hemos introducido una interferencia y ha caído en sombra de recuerdo: olvido de gafas, llaves o una palabra en un momento determinado, que ha sido arrastrada por una interferencia (actividades todas con niveles de codificación superficial). El área cerebral responsable es el área frontal.

El pecado de bloqueo.

El pecado de bloqueo conlleva un tipo de olvido distinto de los anteriores. A diferencia de los de memoria por distracción o tiempo, la palabra o el nombre reacios a su rescate han sido codificados y almacenados. La información no ha desaparecido de la memoria (desvanecimiento), está oculta en algún lugar, aparentemente lista para conformarse en nuestra mente a poco que rescatemos con estrategias y tiempo la información deseada. Es un desfase fastidioso, es lo que la gente expresa como  “lo tengo en la punta de la lengua”. La solución es la reconstrucción de imágenes y sonidos cercanos al estímulo reacio.

El pecado de atribución errónea.

“He estado aquí antes, pero no sé cuándo ni cómo”, son detalles imprecisos que alimentan una memoria de atribución errónea. En ocasiones recordamos cosas que no han sucedido, atribuyendo desacertadamente un procesamiento rápido de información nueva, o imágenes vivas que surgen de pronto en la mente, a recuerdos de sucesos no acontecidos. En ocasiones evocamos correctamente lo sucedido pero lo situamos en un momento o lugar equivocado. Podemos recordar mejor los rostros vistos anteriormente, pero recordar mal el dónde y el cuándo: así sucede en secuestros, con las pistas falsas de observadores o testigos que tienen estos “lapsus” de modo inconsciente. En este bloque también existe el fenómeno de la criptomnesia, que es la recuperación de datos, atribuibles a la imaginación, cuando en realidad, han sido facilitados a nivel subliminal, a partir de algo visto o leído con rapidez. Ejemplo: reproducir la creación de otro y atribuírselo a uno mismo (músicos, artistas, monumentos)

El pecado de sugestibilidad.

Alude a la tendencia de un individuo a incorporar información engañosa procedente de fuentes externas: otras personas, imágenes o material escrito, incluso de los medios de comunicación, a los recuerdos personales. La sugestibilidad está relacionada con la atribución, puesto que las sugerencias son archivadas con atribución errónea de espacios y tiempos. La percepción de lo sugerido parece tan real como los datos vividos. Las propensiones de recuerdo sugestivo son más características de personalidades egocéntricas que necesitan ilustrar una participación activa del “yo” en el recuerdo.

El pecado de persistencia.

Trae consigo el recuerdo reiterado de información perturbadora de episodios que preferiríamos desterrar por completo de nuestra mente: recordamos lo que necesitaríamos olvidar. El sujeto se queda colgado de un recuerdo doloroso y puede acontecer el pensamiento contrafáctico, que  es una constante revisión de la secuencia que el sujeto ha vivido y que en el presente pretende modificar, con culpabilidad subyacente. Ejemplo: hechos de duelo, o accidentes inesperados.

El pecado de propensión.

En nuestro más íntimo ser existe el “Ministerio de la Verdad” antes llamado conciencia. Pues bien, elaboramos una nueva versión de nuestros recuerdos para que encajen con las opiniones y necesidades del momento. Este pecado alude a las influencias fuertes de lo actual sobre la veracidad de los hechos pasados. El pasado es todo aquello coincidente entre la historia y los recuerdos, si no existe coincidencia, con una técnica mental apropiada podemos adulterar esta coincidencia.

Artículo relacionado: La Memoria, donde se explican los diferentes tipos de memoria que posee el ser humano, y los modelos que se usan para investigar sobre ellos.

domingo, 17 de abril de 2011

El Arte de Escuchar

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la Escucha así:

Escuchar es una acción, y no una mera actitud de pasividad. Para que se de la escucha es necesario que alguien hable y que otro escuche.

Escuchar, según esta acepción, exige la comparecencia de dos personas, una de las cuales realiza la acción de hablar y transmitir, mientras la otra se entrega a la tarea de oír con toda la atención.

Otra definición se corresponde con la escucha profesional del área terapéutica denominada Focussing  o terapia centrada en el paciente.

Escuchar es la manera de expresarse con presencia, empatía y terminología lingüística apropiada para que le devuelva a la persona lo que ha dicho, exactamente o parafraseando, sin intención de cambiar, agregar nada esencial ni tampoco hacer cambios en su experiencia.

Este concepto de escucha se denomina escucha activa o empática. Tiene unas técnicas muy concretas y muy delimitadas: reflejo de sentimiento y de contenido.

Aprender a escuchar

Escuchar, en cualquiera de las acepciones de este término, implica no guiar, no aconsejar y no manipular. Todas estas actitudes están muy presentes cuando oímos, pero no deben aparecer cuando escuchamos. Escuchar es también acompañar sin interferir. Hay un estupendo valor catártico en poder pensar en voz alta y compartir el problema con otro ser que está fuera de nosotros.

Oímos con nuestros oídos, pero escuchamos con nuestros ojos, mente, corazón, piel y entrañas.

 

La necesidad de sentirnos escuchados

La intimidad personal está vedada al exterior, pero a veces el nivel de presión y conflicto implica la necesidad de apertura al otro, porque la persona experimenta la dificultad de convivir consigo mismo.

Al mismo tiempo que la persona experimenta la necesidad de hablar, de abrir su yo, percibe también la acogida o no del “tú” que escucha. La escucha se prolonga en la obligación de acoger lo que el otro diga.

Cuando la escucha ha sido positiva, el “algo” ha llegado a su destino y se ha diluido la intensidad del conflicto del yo portador.

Cuando hablamos y escuchamos se nos revela la trama de la Inter-subjetividad de la convivencia y del hecho de ser sujetos sociales.

Escuchar es estar pendiente de quien habla: se trata de estar “colgados” del otro y con el otro, de su ser y de su contenido verbal. El fundamento de la escucha es el respeto profundo al otro. La escucha activa implica acoger lo que se dice y a quién lo dice. Escuchar es una de las formas de interrelacionarse más potentes del ser humano.

Escuchar es silenciar mi ser, es acallar mi egotismo, es curar mi herida narcisista y mis ganas de omnipresencia ante el otro. La persona tiene que estar “descentrada” de sí misma. La persona es tanto más “ella misma” cuanto menos está en ella. Por el contrario, “ensimismarse” es centrarse en uno mismo, hacer de la propia intimidad el centro de la vida personal, con exclusión de cualquiera.

Características que definen la acción de escuchar.

  • La apertura. Debemos estar abiertos al mundo cambiante, con capacidad de adaptación y flexibilidad. Hemos de limpiar nuestras deformaciones y nuestros viejos esquemas hacia el otro.
  • La temporalidad y oportunidad.  La acción de escuchar se da siempre en un contexto de diálogo que acontece en un tiempo y en un lugar. La persona que sabe escuchar sabe elegir el momento y el lugar idóneos.
  • La empatía. Es lo contrario al distanciamiento, o a la cortesía fría. Se trata de la capacidad de identificarse y caminar con el otro en su Presencia (el nudo del conflicto). Se trata de pertenecer al triángulo Tú, yo y el Algo o Presencia.
  • Evitar la guía o directividad con perífrasis de obligación, puesto que se trataría de una decisión elaborada por nuestro yo, pero no por el otro (aquel a quien queremos escuchar, por ejemplo un amigo o un paciente). Si insistimos en guiar, la “conversación” carecerá de validez para su rehabilitación.
  • Debemos olvidarnos de ser iluminados o sabios en la guía o en los consejos.
  • Realizar preguntas con técnica: por ejemplo, indicaciones de querer saber más desde el interés, o repetir una frase o palabra clave.

Errores más frecuentes al escuchar


Muchas veces creemos sinceramente que estamos escuchando y no somos conscientes de que, de hecho, no lo estamos haciendo. Algunos de los errores más comunes que nos impiden escuchar de manera real y efectiva son:

  • La burbuja del ruido. El ruido actualmente nos persigue sin dejarnos ni tan siquiera escucharnos a nosotros mismos. Se trata de una excesiva exposición a lo auditivo o al parloteo mental
  • Las prisas. Escuchar con la prisa de por medio es imposible. Se trata de comprometerse y vincularse, con lo cual el tiempo se detendrá por unos momentos. Lo contrario de la prisa es la paciencia y el detenimiento en el otro
  • La comunicación formal estereotipada. Lo formal encasilla la realidad en un etiquetado mental. En la comunicación formal las personas no pueden encontrarse, simplemente se encuentran sus roles  Los prejuicios impiden la comunicación.
  • Sesgos y prejuicios. Cuando sólo oímos podemos correr el riesgo de ofrecer mensajes contaminados que nos apartan de la escucha auténtica.
  • La comunicación no comprometida. Se trata de una comunicación farisaica, con alta dotación de formalismos pero de escasa implicación. El que escucha debe controlar lo que piensa, lo que siente, lo que deduce.
  • Un monólogo egótico. Se trasluce en una exposición y escucha del yo con el yo, el que habla está encantado de escucharse, y de tener al otro como decorado necesario del escenario

Contextos donde debe practicarse la escucha

  • En las familias, de modo bidireccional. Padres a hijos e hijos a padres.
  • En las parejas.
  • En la docencia: bidireccional: profesores-alumnos y viceversa.
  • En contextos clínicos. Especialista-paciente.
  • En los políticos y líderes. Fundamentalmente escuchar al pueblo
 "El Arte de Escuchar" ha sido el tema del programa "Contamos Contigo" del 17 de abril de 2011, en Radio Inter.

miércoles, 13 de abril de 2011

Generación "Ni-Ni" - ¿Mito o Realidad Social?

Generación Ni-NiHace pocos días, comentábamos con un amigo más joven que íbamos a dedicar la siguiente emisión de radio de "Contamos Contigo" a la “Generación Ni-Ni”. Su respuesta, que ciertamente nos hizo pensar, fue: No me parece justo que se califique a toda mi generación sólo por las actitudes de unos cuantos”.

Días después, durante la grabación del programa, el Dr. Gallego (vicedecano de Psicología de la UCV), se expresaba en términos bastante alineados con la opinión de nuestro amigo, señalando que no estaba de acuerdo con la utilización de la frase “Generación Ni-Ni”, sino que habría que referirse más bien a la “Circunstancia Ni-Ni” o al colectivo de los “Jóvenes Ni-Ni”.

Sea cual sea la denominación que utilicemos, nos referimos a un segmento de población entre los 18 y 30 años,  que viven mantenidos en la casa de sus padres y que pasan sus días, básicamente, sin hacer nada. Ni estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo, y ven aproximarse su incierto futuro entre la indolencia y el conformismo. La mayoría de estos jóvenes (posiblemente más de los que las estadísticas oficiales admiten), son inmaduros seudo-adolescentes tardíos, que no tienen esperanza en nada, ni proyectan su vida con sentido vital ilusionante. Tienen una sensación superficial de felicidad y privilegio por no hacer nada, convirtiéndose en esclavos de su propia falta de actividad. Algunos enmascaran esta situación haciendo lo mínimo en tareas académicas, invirtiendo un porcentaje mínimo de sus capacidades.

Pero no todo es culpa suya. Estos jóvenes son una población que evidencia las secuelas devastadoras de una década prodigiosa de consumismo y despilfarro a nivel económico, y de haberles consentido en múltiples vicios como el hedonismo y el existencialismo vacuo. Los hijos “ni-ni” llevan una vida disfuncional y asocial, que les conduce a desarrollar una personalidad caracterizada por la arrogancia, la mala adaptación, y la escasa educación y habilidades sociales. Su potencial vital está enfocado con exclusividad al sexo, al egocentrismo, al “todo vale” y a la molicie. El ocio mal entendido es el motor de su existencia.

Estos jóvenes tienen un riesgo mayor de ser pasto de pandillas disociales, sectas y grupos marginales. Tienen demasiado tiempo libre y necesitan no poco dinero para costear su nivel de “ocio” y vicios. Esta circunstancia la aprovechan los grupos “oscuros”, que les ven como mano de obra barata y como fáciles esclavos para sus viles propósitos. Son poblaciones que, para su desgracia e indefensión, carecen de valores e incluso de prejuicios morales. Los jóvenes “ni-ni” son una población encaminada al fracaso y al deterioro en lo más profundo de su ser: drogas, sexo prematuro, dinero fácil, adiciones a tecnologías, etc.

La ausencia del conocimiento y formación adecuadas, junto con la escasez de valores y virtudes humanas, les impiden evolucionar hacia personalidades saludables, hacia conductas prosociales y maduras que llenen su vida de plenitud y sentido vital. Lamentablemente, muchos de estos jóvenes no tienen una “brújula interna” que les guíe.

La dimensión familiar de estos jóvenes ha sido muy característica: familias de clase media, alta o baja, en las que se han dado una serie de factores facilitadores para alcanzar esta disfuncionalidad de algunos de sus miembros. Generalmente, han sido familias con poca presencia en tareas de crianza, delegando las funciones educativas y morales a colegios o personas de cuidado en el hogar. La razón de ser de estas familias era tener un alto nivel de ingresos para tener más y poder acceder a un ocio más estridente o más “aburguesado” que el que los propios padres habían tenido.

Algunos padres han consumido muchos de sus ahorros para mantener un nivel de ocio y disfrute vacío de sus hijos, para no enfrentarse a ellos y evitar conflictos, incluso violencia en el hogar. En estos hogares no ha habido normas definidas, objetivas y no burlables. Todo ha sido cambiante y relativo a la apetencia o capricho variable del joven. Hace décadas, era impensable este tipo de jóvenes, puesto que existían en las familias unas normas innegociables. Todos los miembros de la famillia tenían que hacer el máximo esfuerzo para colaborar en la correcta marcha de ésta, de la sociedad, y del propio individuo de cara a su futuro.

Sus relaciones afectivas son de escasa calidad y con nula proyección futura. No tienen casi nada que ofrecer, y las parejas les ven como sujetos carentes de personalidad madura, de voluntad y firmeza, para enfrentarse a las situaciones que la realidad exige. Es muy probable que queden descalificados dentro de su entorno para acceder a relaciones serias y proyectadas hacia un futuro estable. Muy difícilmente podrán formar una familia.

A nivel laboral, es muy difícil que puedan acceder a un puesto de trabajo, puesto que en el proceso de selección ya se observan su indolencia, su falta de esfuerzo, y su ausencia de metas ambiciosas vitales. Por otro lado, si consiguen el trabajo, pueden perderlo con más facilidad, puesto que tendrán que aceptar órdenes y obedecer a superiores. Este aprendizaje les resultará muy complicado, les será desagradable, y finalmente será rechazado desde una personalidad caprichosa, voluble e inmadura.

Como decíamos antes, no todo es de la exclusiva responsabilidad de estos jóvenes. En buena medida, sus padres les han conducido a ser seres tiranos, los cuales dominan el hogar y su funcionamiento, conviertiendo el domicilio en su “reino de taifas”. Ellos marcan los ritmos o no ritmos: sueño, ocio, alimentación. Los padres han trabajado mucho para rodearles del máximo confort y comodidades, convirtiéndoles en las auténticas joyas de la casa, despreciando la austeridad.

Aunque en apariencia son felices porque no realizan ningún esfuerzo y sólo se dejan llevar por la pura apetencia pulsional, estos jóvenes se sienten a menudo depresivos, desilusionados, desesperanzados, descreídos. No quieren crecer (complejo de Peter Pan). Son la antítesis de lo que es evolutivamente un joven: rebelde, vitalista, soñador, proyectado en el futuro.

Por su parte, los padres de estos jóvenes se sienten muchas veces altamente culpables y decepcionados. Saben difusamente de su responsabilidad, pero sienten que no saben cómo cambiar la situación o reconducir la dinámica nociva del joven y de todos los miembros de la familia. Cuanto más tardan en actuar, más se enquista la anormalidad y más se perpetúan los roles de acción. Los jóvenes “ni-ni” no quieren oir hablar de cambio; si se les fuerza, aparecen conductas arcaicas y de escasa regulación emocional: hostilidad, negativismo, coprolalia, violencia y exigencias agresivas.

Los jóvenes “ni-ni”, aunque sean inteligentes, al no usar intensivamente esta capacidad (que es lo propio de su edad), ven cómo se les van limitando sus ventajas intelectivas, cediendo a sensaciones, emociones y necesidades pulsionales.

Y para terminar, se debe diferenciar el segmento “ni-ni” (que constituye un caso de patología social) del segmento de juventud en espera de trabajo o sufriendo la imposibilidad de una formación específica o adecuada (por razones de la economía y políticas sociales).

Mezclar ambas poblaciones puede responder a tergiversaciones electorales y partidarias, según políticos y propósitos. Así, por una parte nos hablan de la población “ni-ni”  patológica, estimándola en apenas un 1%. Otros datos engloban a ambas poblaciones (la patológica y la que quiere pero no puede estudiar o trabajar), alcanzando hasta un 54%. Esta mezcla es una “falacia ecológica” en términos e Psicología, propiciadora de confusión, puesto que no se deben mezclar poblaciones bien diferentes según formación o planteamiento vital.

domingo, 3 de abril de 2011

La Soledad de los Mayores

La soledad tiene dos acepciones bien diferenciadas. La primera identifica la soledad con la quietud y el silencio que atraen e invitan al recogimiento, al contacto íntimo con uno mismo. Otra acepción nos remite a la soledad que asusta, a la impuesta, la que aprisiona y suscita nuestros propios fantasmas.

La primera es escogida, sonora y fecunda; para disfrutar de esta soledad se necesita un mínimo de madurez. La otra soledad es desarraigada, desolada, infructuosa y estéril, acompañada de comportamientos antisociales. Esta soledad es más característica de sociedades civilizadas donde el individualismo y el consumismo vacían al sujeto de interioridad.

La soledad mal llevada acarrea múltiples problemas emocionales, conductuales y sociales, como el abuso y consumo de sustancias tóxicas, insatisfacción vital, depresión, tendencia al suicidio, ansiedad y vulnerabilidad en la salud.

Características y procesos psicológicos de la Soledad

Todos somos vulnerables a padecer sentimientos de soledad. No obstante, la intensidad con que pueden afectarnos estos sentimientos depende de unos factores bien delimitados según estudios metodológicos:

  • Actitudes hacia uno mismo. Existe una conexión fuerte entre autoestima, sentimiento de inferioridad y soledad.
  • Emociones. Igualmente se constata la relación directa entre soledad y estados emocionales como tensión, fatiga, confusión, aburrimiento, falta de esperanza e indefensión.
  • Procesos sociales. La sensación de soledad se asocia con la percepción de estatus y calidad de nuestras relaciones. También está inversamente relacionada con el número de relaciones sociales y la frecuencia de nuestros contactos.
  • Estrés relacional. Son los aspectos negativos de la soledad: Amenazas o suspicacias, aislamiento social, conflictos amorosos o rupturas.
  • Percepción interpersonal del yo y del otro. Las personas solitarias son más negativas, críticas y angustiosas en sus relaciones.
  • Grado de dominio y de ejercicio de las habilidades sociales, y de nuestras capacidades o características de introversión, timidez, comunicación, o lenguaje gestual.

Conceptualizaciones sobre la Soledad

El ser humano es un ser social por naturaleza, desde su nacimiento hasta su muerte. Todo ser humano tiende al encuentro, a la relación vital significativa con los demás para ocupar los espacios vacantes para su “ser relacional”. Cuando la persona comprueba que no puede o no tiene opción para establecer ese contacto que le permite ser quien es, entonces aparece la soledad.

Soledad es el convencimiento apesadumbrado de estar excluido, de no tener acceso al mundo de interacciones tiernas y profundas del que todos tenemos derecho a disfrutar.

La vejez es uno de esos momentos vitales en los que más fácilmente se puede experimentar la soledad. Es una etapa que se caracteriza por una sucesión de pérdidas: trabajo, estatus social, cónyuge, algunas capacidades físicas, que en conjunto facilitan la experiencia de soledad.

Los datos rigurosos de los que se dispone actualmente nos dicen que tan sólo el 8% de los ancianos de España se sienten solos (no que estén solos). Así pues, no tiene tanta base el estereotipo de que todas las personas mayores se sientan solas y menos aún que estén abandonadas. Sin embargo, el sufrimiento de los ancianos que sí la padecen, y el riesgo de que este porcentaje aumente por el endurecimiento de las condiciones de la vida moderna, justifican que conozcamos, estudiemos y reflexionemos sobre este fenómeno.

Las personas mayores que sufren soledad lo relatan como una experiencia desagradable y estresante, asociada a un impacto emocional, nerviosismo y angustia, tristeza, mal humor, automarginación, y creencias de ser rechazados.

Por todo ello, en los mayores hablamos de soledad objetiva y subjetiva:

  • La primera hace referencia a la falta de compañía, experimentada por personas que residen en su domicilio y que no viven la soledad como un sentimiento desagradable, aunque se hayan visto forzadas a vivir en este tipo de soledad.
  • La soledad subjetiva la padecen las personas que se sienten solas. Es un sentimiento doloroso y temido por las personas mayores. Pueden vivir este sentimiento desde la soledad o desde una compañía que ellos la experimentan como anómala o invalidante.

López y Cols hablan de tres tipos de aislamiento y soledad en mayores:

  • Soledad física o habitacional
  • Soledad moral
  • Aislamiento social

Se puede llegar a cualquier situación de las anteriores por causas diversas tales como:

  • Preferencia de mantener la autonomía, frente a la dependencia y sometimiento a otras relaciones familiares con menor protagonismo o directividad.
  • Imagen negativa de la vejez como etapa improductiva y desvalorizada.
  • Factores espaciales, urbanos o domiciliarios de mayor comodidad.
  • Factores psicológicos, como el síndrome de Diógenes, demencias, actitudes de abandono y falta de ritmos e higiene.
  • Miedo a salir de casa que genera dependencias o suspicacias.
  • Factores sensomomotores: visuales, auditivos y locomotores.

Existen dos hitos primordiales que marcan la frontera en el paso de la edad adulta y productiva a la época de la senectud:

  • La pérdida del trabajo laboral, la jubilación. Supone algo más que ganar dinero, implica seguridad en el futuro, prestigio social y satisfacciones internas como percepción de valía, competencia y utilidad.
  • La defunción de un cónyuge. Es el más determinante para la soledad. Tras décadas de convivencia, desaparecen de modo abrupto la compañía y la afectividad, dando paso a problemas adaptativos y relativos a la gestión del tiempo y tareas de nuevo cuño. La manera de vivir emocionalmente el final del cónyuge en su tramo de enfermedad determina significativamente la adaptación más rápida a la soledad impuesta, junto con la riqueza o pobreza de las relaciones entre el anciano y los hijos.

Son características 3 crisis asociadas al envejecimiento: la de identidad, la de autonomía y la de pertenencia, que pueden ser vividas como auténticas muertes sociales:

  • La primera hace referencia a todas las pérdidas que tiene que afrontar un anciano: el soltar el lastre de las capacidades y fortalezas. Aumenta la distancia entre el yo ideal y el real, y baja la autoestima.
  • La de autonomía viene dada por el deterioro del organismo y las posibilidades de desenvolverse de manera autónoma.
  • La última, la de pertenencia, tiene relación con la identificación de roles que se sienten perdidos.

Conclusiones

La experiencia que los ancianos pueden aportar al proceso de humanización de nuestra sociedad y cultura es más preciosa que nunca y les ha de ser solicitada, valorando los carismas propios de la vejez:

  • La gratuidad
  • La memoria y el sentido de la historia
  • La experiencia acumulada a lo largo de la existencia
  • La interdependencia y una visión más amplia y sabia de la vida.
  • El cultivo de la interioridad.
  • La importancia del ser frente al hacer
  • La prudencia

"La Soledad de los Mayores" ha sido el tema del programa "Contamos Contigo" emitido el sábado 2 de abril

viernes, 1 de abril de 2011

"Contamos Contigo" en Radio Inter - Más información

Contamos Contigo Radio Inter

Ya se ha realizado la primera grabación y emisión de nuestro programa de radio "Contamos Contigo".

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