Todos conocemos la experiencia del humor. Dependiendo de la intensidad o la vivencia de este estímulo, la respuesta gestual va desde la sonrisa a la risa abierta, o hasta las carcajadas de risa convulsiva.. A estas respuestas fisiológicas acompañan sentimientos de bienestar emocional y alegría. Estas experiencias las vivimos cada día, dentro de nuestra vida normal.
El sentido del humor implica poseer la capacidad de “jugar” un cierto tipo de juego mental, que nos hace posible percibir lo absurdo o irónico, implicando una actitud relajada y desenfadada hacia ideas o acontecimientos. El humor está al servicio de un abanico de funciones sociales, emocionales y cognitivas, todas ellas de carácter muy “serio”.
La universalidad de la risa
Humor y risa son aspectos universales de la experiencia humana. Se dan en todas las culturas, y prácticamente en todos los individuos de todo el mundo. La risa es una pauta distintiva estereotipada de vocalización; se reconoce con facilidad y resulta inconfundible. Los sonidos de la risa son indistinguibles de una cultura a otra. Desde el punto de vista del desarrollo, la risa es una de las primeras vocalizaciones sociales.
Los niños nacidos sordos y ciegos se ríen adecuadamente sin haber percibido jamás la risa de otros. Tampoco los humanos somos los únicos animales que reímos. Charles Darwin observó risa en simios como orangutanes y gorilas. Su gestualidad es similar a la de los niños pequeños: boca abierta relajada y cara de juego.
La risa y el humor en el hombre son producto de la selección natural. La risa se originó en el juego social, precediendo al desarrollo del lenguaje. Con la evolución de las capacidades intelectivas y lingüísticas, el juego mental con palabras e ideas es denominado “humor”. Tanto la risa como el humor son importantes funciones socioemocionales que han contribuido a nuestra supervivencia como especie.
Aunque el humor tenga una base biológica, las normas culturales y el aprendizaje desempeñan un papel clave en determinar cómo lo usamos en interacciones sociales y qué temas se consideran apropiados. A medida que ha evolucionado el lenguaje, la cultura y la tecnología del ser humano, hemos desarrollado nuevos métodos y estilos de comunicación: chistes, bromas, cuentos o comedia teatral y humorística.
El humor es un buen método para mejorar la cohesión social dentro del propio grupo, pero también puede ser excelente para excluir al individuo de un grupo ajeno. Puede ser un medio de reducir (pero también de reforzar) las diferencias de estatus. También puede fortalecer la solidaridad y la conexión, o socavar el poder.
¿Qué es el Humor?
El humor es la cualidad de una acción, discurso o escritura que provoca la risa o hilaridad, excentricidad, jocosidad, guasa, comicidad o diversión. Es la capacidad de percibir lo que es absurdo o divertido.
Desde una perspectiva psicológica, el proceso del humor puede dividirse en cuatro componentes esenciales:
- Contexto social
- Proceso cognitivo-perceptivo
- Respuesta emotiva
- Expresión del comportamiento vocal de la risa.
El contexto social del humor.
El humor es un fenómeno social. Nos reímos y bromeamos con mucha más frecuencia cuando estamos acompañados que cuando estamos solos. Si nos reímos en soledad ante un recuerdo o lectura o imagen evocada, esto se considera de naturaleza pseudosocial.
El humor puede aparecer en cualquier situación social (desde personas muy cercanas, como los cónyuges, hasta desconocidos en el autobús). El contexto social del humor es un contexto de juego, siempre se da en una interacción lúdica.
Los primates juegan sólo en la etapa de infancia y juventud. Sólo los humanos siguen jugando toda la vida, especialmente por el sentido del humor. El psicólogo social Alter ha descrito el estado de mente lúdico asociado al humor como modo paratélico que distingue del más serio o télico, dirigido a un objetivo.
Procesos cognitivo-perceptivos en el humor.
El humor se caracteriza por estilos de cognición particulares. Para producir humor un sujeto tiene que procesar mentalmente información procedente del entorno o de la memoria, jugando con ideas, palabras o acciones de una forma creativa y generando una expresión cómica o una acción no verbal que los demás consideren graciosa.
Las características que conlleva la percepción del humor son: la incogruencia, lo inusual, lo chocante, sorpresivo. Además tenemos que percibir el estímulo como “no serio2. En definitiva, es una incogruencia social no seria (Gervais). La constelación de elementos humorísticos son: chistes, burlas, chanzas ingeniosas, lapsus linguae, juegos de “cucú”, de alcance y de derribo para los niños.
Koestler acuñó el término disociación para referirse al proceso mental implicado en percibir la incongruencia humorística. Un acontecimiento simple puede tener dos marcos perceptivos o dos longitudes de onda para percibirse.
Alter habló de sinergia para describir el proceso cognitivo en el que se mantienen en la mente los dos marcos referenciales para disfrutar de lo incongruente, antes tiene que percibirse lo congruente. Así para disfrutar de lo paratèlico, se tiene que procesar lo serio o télico. El cerebro manipula espontáneamente la idea seria y la incongruente.
Aspectos emocionales del humor.
Una vez percibido el estímulo humorístico, provoca una emoción placentera, induciendo a sentimientos y estados de ánimo positivos. El disfrute del humor está asociado a una serie de actividades consideradas agradables, como comer, escuchar música o practicar sexo. Son emociones pasajeras que cambian el estado de ánimo. Así, el humor hunde sus raíces en la bioquímica del cerebro.
La emoción placentera asociada al humor es un sentimiento único que lo describimos como gracia, diversión o hilaridad. Contiene un elemento de exaltación y de invencibilidad y expansión del propio ser. Hobbes lo describió como gloria súbita.
Junto con los sentimientos subjetivos característicos del placer, divertimento y buen humor, esta emoción va acompañada por una gama de cambios bioquímicos en el cerebro, el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino, implicando una variedad de moléculas entre las que se encuentran neurotransmisores, hormonas, opioides, endorfinas y neuropéptidos. Este cóctel neuroquímico tiene efectos adicionales sobre muchas partes del cuerpo: sistema cardiovascular, musculoesqueletal, digestivo e inmunológico.
La risa como expresión de la emoción o hilaridad.
El placer de la hilaridad que acompaña al humor tiene también un componente expresivo, denominado risa y sonrisa. A niveles bajos de intensidad, tiene una respuesta de sonrisa leve. Cuando se incremente la intensidad del estímulo la respuesta de sonrisa pasa a risa o risa a carcajadas, acompañadas de enrojecimiento del rostro, balanceo de cuerpo y palmoteo en piernas. Así la risa es la expresión externa y comunicadora a los demás que uno está experimentado la emoción del humor.
El interrogante de por qué la risa es tan ruidosa y tan inequívocamente universal es porque siempre se da en situación social y es una señal de que el sujeto está percibiendo la situación en modo incongruente, no serio, por lo tanto, la señal que difunde es de interacción placentera. Otro mensaje es que el sujeto está en un modo mental desenfadado.
Otro aspecto es que los sonidos peculiares de la risa tienen efecto directo sobre el oyente, despertando un estímulo emocional positivo. Así la risa puede estar al servicio de una función biosocial de unificar las emociones positivas dentro de un grupo y en consecuencia coordinar sus actividades.
La risa puede ser reforzadora, si nos “reímos con”, o puede ser un castigo atroz si nos “reímos de”. La percepción de lo incongruente, la emoción de la hilaridad y la respuesta gutural y fonética ponen enmarca funcionamientos de regiones del cerebro diferenciadas, pero interconectadas.
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