Amor y odio son, posiblemente, los dos polos más fuertes de las emociones humanas, como todos hemos experimentado en nuestra propia vida.
En este sentido, Eickman definió el odio como una actitud emocional igual que el amor, resaltando que ambas emociones perduran habitualmente más que las otras y que no están compuestas realmente de una sola emoción, sino de varias que se entrelazan de forma muy compleja. Así, los sentimientos de odio se ven alterados e intensificados por otras emociones, a menudo inconscientes, tales como el deseo de venganza. De este modo, el odio es un afecto agresivo complejo, crónico y estable.
Por otra parte, Stenberg mostró los tres componentes complejos que forman el triángulo del odio y el amor:
a) Negación de la intimidad
b) Pasión: furia = ofensa y miedo = huida
c) Compromiso y elección.
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