Sin embargo, como hacemos con otras fuerzas poderosas que nos pueden superar, hemos de aprender a “utilizar” el placer. Todas las culturas del mundo tienen muy definido lo qué es el placer, así como una serie de pautas para regularlo. Las religiones, los sistemas jurídicos y los educativos se dedican con ahínco a controlarlo: delimitan cómo, cuánto y qué se debe controlar en diversas actividades vinculadas con el placer, como el juego, el sexo, la comida, y las actividades de ocio.
Las ideas y prácticas relacionadas con el placer están muy relacionadas con la cultura. Existe una variedad de actividades, que no son precisamente vicios, y que activan los mismos circuitos que el placer más estridente o desviado: la solidaridad, el ejercicio o la meditación. Activan señales que convergen en un pequeño grupo de regiones cerebrales conectadas entre sí, que integran el llamado circuito meso-cortico-límbico. Este mismo circuito responde por igual a sustancias tales como la cocaína, la nicotina, la heroína y el alcohol. El hecho es que la evolución “nos ha cableado” para que sintamos placer con una multitud de experiencias.
Las zonas más controladas por los sistemas jurídicos, educativos o religiosos son las áreas genitales o vocales. Pero en realidad, la topografía del placer es otra, y su centro está en la región límbica. Es en ella donde los humanos disfrutamos y controlamos el placer.
Las neuronas de estas zonas también tienen que librar otra batalla, la que nos enfrenta con la adicción, el lado oscuro del placer. La adicción está relacionada con cambios duraderos en las funciones eléctricas, morfológicas y bioquímicas de estas zonas. Estas son las razones por las que los adictos recaen o la irrefrenable abstinencia. Así pues, la memoria, el placer y la adicción están íntimamente relacionados.
Pero la adicción no es la única fuerza responsable de los cambios que la experiencia provoca en los circuitos cerebrales del placer. La combinación del placer y el aprendizaje por asociación han creado un milagro cognitivo, pudiendo sentir placer por cosas completamente arbitrarias: los videojuegos, una telenovela, etc. Hasta una simple idea puede activar el sistema del placer.
“El Placer” fue el tema tratado el pasado jueves 5 de julio en nuestra sección
"Preguntas a la Psicología" del programa "Es la Noche de César".
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