Los psicópatas no existen sólo en las películas de suspense o de terror, sino que están presentes en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Hoy se sabe que, en términos estadísticos, uno de cada cien mil individuos tiene rasgos psicopáticos. Seguramente, no pocos de nosotros tendremos un familiar, un compañero, o un conocido afectados por este trastorno, aunque no lo sepamos.
Pero no sólo hay individuos psicopáticos, sino también grupos psicopáticos. Son grupos de personas que, en conjunto, se comportan frente a los otros grupos y frente a la sociedad en general como auténticos psicópatas, exhibiendo todos los rasgos de la psicopatía. Las organizaciones terroristas son el más claro ejemplo de grupo psicopático.
La opinión pública es que la psicopatía es sólo criminal. Esta creencia, muy comúnmente aceptada, es un desconocimiento muy inconveniente para desenmascarar a los más peligrosos sujetos que incapacitan la marcha de la sociedad: los psicópatas en apariencia integrados.
El psicópata es el individuo o grupo que desafía a todos y que quiere hacer su voluntad a toda costa, sin importarle en absoluto el daño causado a los demás. El peligro de nuestras sociedades garantistas es considerar la psicopatía individual o grupal como algo raro y propio del cine negro o de la industria del entretenimiento. De esta manera, los sujetos que poseen características psicopáticas pasan inadvertidos y pueden operar con total impunidad. Aunque la sociedad, eso sí, registra de modo impactante las secuelas de sus crueles acciones.
¿Cómo es un individuo o grupo psicopático?
Son grupos o individuos que tienen inhibidos sus emociones y sentimientos hacia el grupo o individuo exógeno (las víctimas). No reconocen otra “ética” que la propia, estando pues libres de frenos para aprovechar sus ventajas o fuerzas a fin de obtener bienes o posiciones de privilegio. Se arrogan el derecho a inculcar cualquier ley porque se consideran por encima de todo valor social, y destruirán cualquier impedimento que coarte sus objetivos.
Existen un término que aplica Meloy, denominándolos “estúpidos morales”, puesto que no se vinculan nunca al dolor y sufrimiento que dejan sus acciones en los demás. Literalmente, no ven el dolor que causan en sus víctimas.
Los individuos o grupos psicopáticos tienen apariencia normal, porque nos fijamos en sus intenciones verbales y no en sus acciones, ya que tenemos la necesidad de creer que forman parte de nuestro entorno social. El resultado es que se convierten en una grave amenaza para nuestra estabilidad social, para nuestras finanzas, y en ciertos casos, para nuestras propias vidas.
Dos características del entorno grupal psicopático son el ocultamiento y la simulación; en particular, la capacidad de fingir lo que no se es (por ejemplo, ser democráticos), o de aparentar propósitos y emociones que no se poseen. Una vez el grupo psicopático alcanza una posición de poder e influencia, pone de manifiesto una energía renovada e inusitada para su faceta más brutal y endogámica: obtener el dominio y el control de su entorno acosta de lo que sea.
Rasgos de los grupos psicopáticos
Control de la imagen: Buscan convencer y encandilar a aquellos sujetos que les pueden proporcionar una situación beneficiosa, y para ello utilizarán la mentira, el engaño y la impostura. Suelen confundir con facilidad si no hay observadores entrenados. A menudo relatan historias y proyectos que les dejen en buen lugar y que les permitan una ventana de éxito en el futuro.
Las emociones y la conciencia: Los grupos delictivos tienen ausencia de culpa, junto con falta de remordimientos por las acciones cometidas a sus víctimas. Es inútil pedirles responsabilidades, puesto que no reconocen a los otros como iguales a ellos, sino como inferiores y el blanco de sus propósitos. Se presentan como fríos y excesivamente racionales.
Falta de sentido común: Es muy característico un discurso excesivamente fanático, pero sus objetivos están alejados de la realidad, no tienen perspectiva del futuro. Su sentido vital es el deseo de superioridad frente al resto.
Conducta antisocial o delictiva: Su extrema facilidad para la violencia y la burla de las leyes es una constante. Son sujetos entrenados para canalizar su rabia intensa en la destrucción de la víctima, y pierden fácilmente la compostura cuando se encuentran frenados por el sistema que aborrecen (por ejemplo, terroristas frente a magistrados)
La impostura: Según el diccionario, “impostor” es aquél o aquellos que se hacen pasar por lo que no son. Se presentan ante el grupo víctima con el deseo de aparentar competencia y servicio, cuando en realidad utilizan la credulidad del sistema para sus propios fines depredatorios. El grupo psicopático no finge ser otro grupo diferente, puesto que sería muy evidente, sino ser un grupo mejor de lo que es, puesto que esto sí es creíble, e incita a la duda del cambio y de la nueva oportunidad. Esto es una trampa mortal para las víctimas. Utilizan una máscara sólo de modo temporal, de forma accesoria, mientras les hace falta y les conviene.
Desprecio a la inteligencia de la gente: El grupo psicopático se entroniza como superior y con más valía que sus víctimas, tratándoles como seres inferiores y merecedores de su impostura.
Desprecio por lo emocional: Cualquier apelación a los sentimientos y rastro de dolor hacia sus víctimas lo consideran un sentimentalismo barato y de orden inferior a sus elevadas metas.
Ausencia total de culpa: No poseen arrepentimiento real, y no lo harán nunca público, salvo si lo exige la manipulación. En su lugar aparecerá una nueva manipulación, con un círculo más refinado de seducción y vuelta de tuerca para conseguir la credulidad de su entorno.
Indicadores del grupo psicopático.
- Haber cometido anteriormente hechos violentos con varias personas
- Justificar y aprobar la violencia como modo de solucionar los problemas.
- Abuso de sustancias o tráfico de las mismas para conseguir mantener una posición de fortaleza
- Tener cambios bruscos de pareceres como mesetas de recomposición de la situación contra la víctima
- Conductas de humillación y desprecio verbal: exclusión social, rechazo manifiesto al grupo mayoritario
- Ser posesivo y fanático en sus planteamientos, en este caso territoriales
- Tener dificultad para reconocer que otros pueden tener razón.
- Tener ideas delirantes de persecución o falsa memoria que les justifique en su violencia.
- Despreocupación por los intereses y necesidades de los demás.
- Aislar o debilitar mediante la separación o la desunión a las víctimas o al gran grupo.
- Acosar, perseguir, amenazar y espiar
Qué hacer para luchar contra el grupo psicopático.
- Las víctimas han de recordar cuáles son las metas propias y cuáles las del grupo de terror, diferenciarlas y oponerse a ellas.
- Ha de analizarse sin emotividad cuáles son las motivaciones reales del grupo psicopático para ejercer la violencia: es el poder o la conquista de mayores beneficios.
- Ha de valorarse si se trata de una violencia instrumental o emocional, para así poder anticiparse mejor a los deseos y mensajes ocultos de la violencia.
- Las víctimas han de identificar los modos en los cuáles podría entorpecer y anular el grupo de terror al grupo mayoritario: el asesinato, la manipulación ideológica, la impostura.
- Estudiar los recursos que tiene la sociedad para anular y perseguir a estos grupos o individuos: justicia, movilizaciones, confrontaciones, economía.
- Elaborar un plan conjunto de actuación y ponerlo en práctica.
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